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FUENTE: INTERNET

FINANCIACIÓN DE LOS PARTIDOS Y APORTE CIUDADANO

Publicado: 2019-01-24


Planteado el asunto de la financiación de los partidos políticos como uno de los temas del referéndum, es preciso que reflexionemos acerca del rol que le compete a la ciudadanía más allá del voto por el sí o por el no (a mi criterio por el sí) en este tópico.

Todos tenemos derecho a sorprendernos y a indignarnos por lo que hoy se está descubriendo en relación a la manera como los actores del poder político se han relacionado con los círculos o dirigentes empresariales y por la forma como éstos han colaborado con los partidos políticos para sus campañas.

Estas campañas son muy costosas. Las sumas son inalcanzables en un país donde las personas, ni pobres, ni de media fortuna y ni siquiera las ricas, contribuyen regularmente con aportar económicamente para que éstas, que deberían de ser importantes instituciones encargadas de la formación y manifestación de la voluntad popular, puedan funcionar permanentemente.

Este encargo no debe de hacerse solo, y diría yo, ni especialmente en las épocas electorales donde el acercamiento a estas organizaciones puede tener el atractivo adicional de participar en el poder sin haber seguido un trayecto formativo y un trabajo integrador con quienes se supone se habrá de tener códigos compartidos para poder realizar una tarea de desarrollo en la Nación, sino que es cuando no hay procesos a la vista donde ha de encontrarse a quienes realmente tienen esa vocación por la actividad política realzada por varios Papas, entre ellos por Juan XXIII, quien repetía que “la política es la forma más elevada de la caridad”; lógicamente cuando se hace en consonancia con la búsqueda del bien público y el alejamiento de toda tentación de beneficio personal.

La tarea formativa exige la movilización de un lado a otro del país, o de distrito a distrito, de cientos de personas que canalizan el mensaje, de miles de personas que se congregan para formarse en sus principios o conocen los lineamientos programáticos que se deberán transmitir a los peruanos para que sepan por qué razón hay que votar unirse a ellos o, llegado el momento, votar por sus candidatos.

Es por ello que todos los ciudadanos deberían de apoyar económicamente, o con su tiempo en la realización de tareas necesarias de coordinación y redacción de documentos, o en la producción de pensamiento, o de proselitismo de puerta por puerta, o aunque sea con muy pequeñas cantidades a las organizaciones en las que confían o en las que esperan se desarrollen para que el Perú avance. Si no lo hacemos, entonces los “grandazos”, los “billetones”, son los que después “pondrán aguja para sacar barreta” y resultarán ser el último recurso de quienes ven que no habrá ninguna chance si junto al pensamiento no hay recursos para la campaña que esparza su mensaje. Hacia ellos voltearán quienes de todas formas quieren alcanzar el poder a cualquier costo y sacrificando cualquier consideración más valiosa.

Debemos de hacer conciencia en el país que, así como se contribuye con el club deportivo del barrio o se da un óbolo en un servicio religioso, también han de comprometerse, por muy poco que sea, con realizar ese aporte y, por cierto, con ello se tendrá derecho especialísimo y personalísimo a que las cuentas que se presenten reflejen claramente los gastos en que se ha incurrido y donde cada uno ha contribuido.

Si no hacemos esto podremos quejarnos incluso escribiendo artículos todos los días, por Facebook,Twitter, en periódicos o saliendo en programas de televisión para criticar de lo mal y lo torcidas que andan esas instituciones, de la poca o nula preparación de las personas que colocan en sus listas para representarnos en todos los niveles, pero nada de ello hará que sean mejores los partidos, instituciones que deben de integrar los pedidos diversos de la población y transformarlos en políticas públicas, desde cada una de las vertientes de las cuales se proviene, para que la gente tenga la posibilidad de elegir bien.

La vocación por la política no es universal, son muy pocos los que en una sociedad se involucran en ella, como son pocos los que prefieren el canto o la arquitectura. Todas son vocaciones diferentes, ninguna es mejor o peor que las demás, pero lo que sí es cierto es que el ser ya ciudadanos, no individuos, nos exige preocuparnos porque las cosas para todos vayan mejor en lo público y no sólo en lo privado. Este es un tema en que deberá insistirse bastante en los cursos de educación cívica.

Ese es el reto, y ésa debe de ser la primera pregunta que deben de responder los que se quejan por la muy mala situación que en este aspecto anda sumido el Perú. Y, junto con tu queja y lamento, ¿has ayudado de verdad, aunque sea una ñisca, a que esto se supere? Si no, creo que nunca es tarde para reparar esta omisión propia antes de hablar en voz tan alta sobre los defectos del sistema político peruano.


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Publicado en

Alberto Borea Odría

Abogado en ejercicio, profesor universitario y autor de 17 obras. Diputado de la nación de 1985 a 1990 y embajador ante la OEA.